18) A
diferencia de otras imágenes que nos dejan a menudo afuera sino que nos impiden
positivamente penetrar la costra decorativa para adentramos en el misterio del
santo, nuestro artista optó por una osada y hasta desafiante militancia
creyente. Su San José es un personaje visto desde la interioridad de la fe, en
su efigie interior de creyente.
19)
Nuestra imagen quiere ser mirada así: con la fe del corazón. Así se están
mirando José y el Niño en nuestra imagen: Ellos se están viendo, el uno al
otro, tal como están ocultos en el misterio de Dios. En su vida, José pudo
gozar de la visión de Jesús y de su identidad oculta, sin necesidad de la
mediación de sueños revelatorios. Por eso se le aplica a San José, en forma
privilegiada, la bienaventuranza que Jesús anuncia a los que creen en él:
¡Dichosos los ojos que ven lo que votros veis! Porque os digo que muchos
profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír
lo que vosotros oís, pero no lo oyeron" (Lucas 10, 23"24).
20)
José ve y toca lo que el rey David quiso y deseó, lo que los profetas
anunciaron, lo que Daniel vio en sueños cifrados. Es un san José apocalíptico
que viene caminando sobre las nubes como el Hijo del Hombre, el hombre
celestial opuesto al hombre animal y terreno.